Ave Migratoria

Arroz con huevo frito, y a veces plátano frito. Y su versión más completa, bistec a lo pobre (los mismos ingredientes pero con un gran trozo de carne). Esos son los primeros platos que vienen a mi mente cuando pienso en la comida peruana.

Antes de empezar con mi relato, quiero compartir unos datos curiosos acerca de la cocina de mi país:

La gastronomía peruana es Patrimonio Cultural de la Nación desde 2007, proclamada como “Patrimonio Cultural de las Américas” por la OEA en 2011.

Pía León, chef de Kjolle (y parte del equipo de Central), fue elegida Mejor Chef Femenina del Mundo en 2021 por The World’s 50 Best.

Perú ha sido nominado como Mejor Destino Culinario de Latinoamérica en 2025 por los World Culinary Awards. Y Maido (Mitsuharu “Micha” Tsumura), en Miraflores, fue elegido el mejor restaurante del mundo 2025 según The World’s 50 Best Restaurants, tras escalar desde el 5.º lugar en 2024.

Ahora sí, de vuelta a mi historia. Normalmente era mi madre la que cocinaba en casa, pero como somos cinco hijos, los mayores siempre atendían a los más pequeños. Yo soy (¿era?) uno de los más pequeños. Bueno, «pequeños».

Cuando había más presupuesto, se hacía bistec a lo pobre. Pero sino, un simple arroz con huevo frito llenaba la panza sea en el almuerzo o en la cena. Hacer el arroz era una tarea muy importante, y saber hacerlo merecía ser reconocido. Y si lo hacías demasiado bien, serías designado a hacerlo más seguido.

No me gustaba la sopa de tripas (tampoco lo cocinó mamá alguna vez). Ni el repollo sancochado. Quizá las caiguas no eran mis favoritas. Ni la coliflor. En cambio, las aceitunas moradas eran mis favoritas. Me encanta el puré de espinaca. Y el tamal.

En Rumanía no he encontrado esas aceitunas. Ni tampoco el tipo de papa para hacer un buen puré. Al menos no al estilo peruano. O con el sabor peruano. Tampoco he encontrado ají amarillo o rojo que usamos para sazonar.

De vez en cuando encuentro paltas de Perú. Las compro sin importar el precio. Son muy pequeñas, y no tienen el mismo sabor, pero imagino que son las mejores que jamás he comido. Quizá porque las pago yo. ¿No es cierto que la comida tiene un sabor distinto dependiendo de quién la paga?

Aquí he intentado hacer solo dos platos que hacía mamá. El ají de gallina, supuestamente amarillo y me salió anaranjado. Y pavo al horno con arroz árabe. Este sí que me salió delicioso.

La verdad es que hasta este año no había tenido mucho interés en aprender a cocinar. Me parecía demasiado trabajo para mí solo, y la diferencia de precios no era tanta entre comer en restaurante y comer en casa.

Son varias razones por las cuales finalmente he empezado a preparar mi propia comida. Es más barato, tiene mejor sabor y es más saludable. Y es también la combinación de todas esas. Comer más saludable en restaurantes está fuera del alcance de mi bolsillo. Y la comida más barata afuera es menos saludable.

Yo soy de los millenials que cuenta un poco las calorías.

Pero dejando las calorías de lado, vamos a recordar los peruanos juntos algunos platos que nos dejan con ganas. Mencionaré 5 platos y 2 bebidas que me encantan:

Para terminar, le he pedido a IA hacerme una descripción de la cocina peruana, aquí la respuesta:

La cocina peruana es reconocida mundialmente por su diversidad, historia y creatividad. Nacida del encuentro entre culturas indígenas, españolas, africanas, chinas, japonesas y amazónicas, ha dado lugar a una fusión única de sabores, técnicas y tradiciones.

Ingredientes emblemáticos como la papa, el maíz, la quinua, el ají y los pescados del Pacífico se combinan en platos coloridos y sabrosos como el ceviche, el lomo saltado, la causa, el ají de gallina o el arroz chaufa.

Cada región del país aporta su identidad: costa, sierra y selva se encuentran en una de las gastronomías más ricas y variadas del mundo.

Para cerrar, quiero decir que es probable que nunca pruebes comida peruana hecha por mí. Pero si somos cercanos, iremos a probar juntos en Perú, o encontraremos algún restaurante por Europa.