Ser peruano desde lejos

4–5 minutos

«¿Cómo vas a celebrar este mes?», me preguntó. «¿Este mes?», respondí. «Es nuestro mes, el del 28 de julio.»

¡Qué pregunta! Llevo mucho tiempo desconectado de mi país. Y particularmente este año es cuando más siento que es un buen momento para recordar de dónde vengo.

Mientras veía TikTok, di con con el grupo de baile llamado Fredi’s Crew, liderado por Fredi Ghoul. Este video se publicó en respuesta a un comentario que decía que habían usado inteligencia artificial (IA). Entonces vi el video original.

Música: «Me tienes loca» por Grupo Ocobamba

Escúchala aquí en Spotify.

En los últimos tiempos se han inundado tanto las redes sociales con videos generados por IA que te puede tardar un poco darte cuenta si lo que estás viendo es real o no.

Hay dos cosas en particular que me emocionan. El baile y la música. Me ha encantado ver peruanos que llenan estas redes con sus bailes, sus vestimentas con un toque moderno, con su talento y pasión. Y escuchar esa canción en español y quechua me da nostalgia.

Son casi 4 millones de peruanos que hablan el quechua como lengua materna (reconocida como lengua oficial del país en 1975, lo puedes leer en la versión online de El Peruano).

Hace poco concluí que una de mis formas de continuar la consolidación en mi integración no solo con Rumanía sino con Europa es aprender alemán. Nada fácil, pero es divertido. Y sería mi sexto idioma (los otros son español, inglés, francés, portugués, y rumano).

Cuando escucho la letra en quechua, me da pena no entenderla, pero también me da gusto reconocer esos sonidos. Y de alguna forma me da ganas de bailar. La combinación de sonidos que me ayudan a reconocer el origen de los instrumentos me transporta al colegio.

Durante la escuela secundaria me uní a la orquesta del colegio, fui uno de los violinistas. Estuve muy cerca de los ensayos de la peña. Y durante la universidad, fui parte de las orquestas juvenil y sinfónica de la ciudad, también tocábamos música tradicional.

Cuando reflexiono sobre mi experiencia como peruano en Rumanía, la describo como un conflicto de culturas. Aquella que no era tan consciente que tenía cuando vine, y aquella que he adoptado al integrarme. Y digo conflicto no como algo negativo sino más bien como un conjunto de situaciones donde me veo obligado a ver la vida, el mundo, las relaciones y a mí mismo desde una perspectiva que no había considerado antes.

Hace poco conocí a otro trujillano. ¿Cuáles eran las posibilidades de conocer a otro trujillano en Bucarest? Fuimos por una cerveza. ¿Una cerveza yo? En Perú solo tomaba limonada y café (otro día hablaremos del alcohol).

Nuestra conversación fue una serie de recuerdos. Del barrio donde crecí. Los tiempos de la secundaria. Mi rutina de clases en la alianza francesa. Mi barrio en Lima (Pueblo Libre) y la zona en donde quedaba mi oficina (Jesús María).

Soy peruano aunque haya cambiado mi forma de pronunciar el español, y honestamente me olvido de decir ciertas palabras en cualquiera de los idiomas que hablo. Eso no me hace gringo. Solo humano.

Nunca me ha dado vergüenza decir que soy peruano. No soy español, ni mexicano. Esto lo digo por aquellos que me han dicho que da lo mismo Mexico o Perú. Y para los que con sorpresa me han dicho que cómo hablo «español limpio» sin haber vivido en España.

Este mes es una gran oportunidad de recordar qué pasó el 28 de julio, especialmente para mis lectores que no conocen la historia de mi país.

Nuestra independencia del poder español fue declarada por un líder argentino, el general José de San Martín en 1821 después de 300 años. El proceso fue largo y violento.

Su frase más recordada fue:

«El Perú es desde este momento libre e independiente por la voluntad general de los pueblos y por la justicia de su causa que Dios defiende.»

Desde ese entonces hasta hoy el país ha atravesado por golpes militares, reformas, terrorismo, escándalos de corrupción, desastres naturales, crisis sociales, y más.

¡Libertad e independencia! Cuando pienso que las he alcanzado, solo me doy cuenta que he avanzado un peldaño de cientos más por recorrer. Y realmente creo que estas dependen de muchos factores que están fuera de nuestro control, pueden ser tan vulnerables. Las noticias nos lo cuentan todo, o casi todo.

Pero para responder a la pregunta de cómo voy a celebrar, diría así:

Lo celebraré recordando y escribiendo sobre cómo se siente ser libre. Libre de la opresión, esclavitud, o crisis económica.

Celebraré que tengo libertad para aprender, y para leer. Para votar por un representante político.

Para buscar y escoger un trabajo. Para vestirme como quiera. Para viajar. Para caminar.

La libertad para tomar un café donde quiera para escribir sobre mis historias.

Y celebraré mi libertad para decir que dedico en este mes mis pensamientos y oraciones a aquellos que viven todavía en naciones donde esa libertad e independencia no existen.

Foto por Alexander Schimmeck, Unsplash.