Estudia en la facultad de Educación Física y Deportes, y lleva casi una década dedicado al atletismo. En un par de ocasiones él y yo hemos corrido varios kilómetros juntos. Tenemos dos cosas en común: la perspectiva del deporte como terapia, y somos uno de cinco hermanos. Él es Iulian, y lo traduciré como Julián.
Ser el segundo de cinco le ha dado un sentido de responsabilidad con los más jovenes no solo de su familia sino también en otros entornos. Y crecer en ambiente humilde le enseñó a ser resiliente y buscar propósito.
Es verdad que el deporte ha moldeado gran parte de su identidad pero Julián es más que su ligereza y resistencia. Tiene un lado más tranquilo y reflexivo: escribir poesía.
Comenzó en la secundaria. Sus poemas le recuerdan -en primer lugar a él mismo- que la vida es un proceso permanente de fracaso, aprendizaje y crecimiento. Escribir es una forma de canalizar sus emociones, de luchar contra la frustración, y de profunda introspección.
Mudarse de Iasi a Bucarest (aprox. 400km) fue un cambio importante que va más allá de solo estudiar. Tener a una de sus hermanas le ayudó en esa transición. Y su habilidad para conectarse con otros se debe probablemente a su empatía. Algo que debo asumir que aprendió muy bien en el centro residencial en el que creció.
Julián también es una persona con ambición. Y esta excede el ámbito individual. Uno de sus proyectos personales es abrir un centro educativo multideportivo en su ciudad natal, un espacio que combine el deporte con el desarrollo psicológico, financiero y emocional.
No solo para formar mejores atletas, sino para acompañar a las personas en su crecimiento integral. Un lugar donde niños y adolescentes —especialmente quienes provienen de contextos vulnerables, como él— puedan descubrir su potencial, construir disciplina y encontrar referentes que los acompañen en su camino.
¿Recuerdas que hablamos de disciplina? Para Julián, la disciplina no es hacer las cosas con perfección sino con la debida constancia. Es ir hacia la meta sea corriendo o sea escribiendo en silencio.
Sus ojos brillan y sus mejillas se enrojecen cuando habla de su pasado. Con mucho entusiasmo se refiere a su vida como un equilibrio entre el movimiento y el sentido. Y sonríe ampliamente -forzado un poco por su aparato dental- expresando su esperanza de ser inspiración para que otros creen su propio camino.



