Como un saco de papas

2–3 minutos

Estaba parado cerca de la entrada del autobus. Y una señora me dijo algo que no entendí. Lo repitió como tres veces. Finalmente me dijo «switch?» y tampoco entendí. Hizo una seña con los dedos. Me di cuenta que quería cambiar de lugar. «Normas no habladas». Siempre hay de esas en cada lugar. Aquí te van algunas de Bucarest.

En mi ciudad natal le llamamos «micro». Y te cuento de mi ciudad porque no es lo mismo en todas las ciudades de Perú. No sé por qué le decimos así si los buses de transporte público son realmente grandes. En rumano le decimos autobuz.

Antes de bajar, en mi ciudad decimos «en la esquina baja». Esto para decir que la siguiente esquina visible y donde el chofer tenga ganas de parar, debería parar. Es probable que tengas que decirlo en voz muy alta y varias veces. El contacto visual con el asistente del chofer es clave. En Bucarest solo debes esperar la siguiente parada. Y en caso que las puertas no se abran, presionas un botón para abrirlas.

En mi ciudad si quieres bajar, deberías ponerte cerca de la puerta. Así te asegurarás de tener tiempo de bajar, puesto que el micro no te esperará mucho a que lo hagas. En Bucarest, si hay mucha gente preguntarás a los que están delante de ti «¿bajas en la primera?», esto para saber si en la siguiente parada bajarán o puedes intercambiar -switch, ¿te suena?- sitio con ellos.

En Bucarest, hace 9 años cuando vine por primera vez, necesitabas ir a un kiosko cerca de las paradas de transporte público para comprar una tarjeta de plástico de papel con una o más entradas (para el autobús o tranvía). No todos tenían para pagar con tarjeta, siempre era importante ir con efectivo.

En mi ciudad, pagabas con sencillo (monedas con la cantidad exacta) al asistente del chofer. Le decimos «cobrador». Ellos tenían una muy buena memoria para saber quién había pagado o no. Eran los que te decían con qué pie debías subir o bajar.

En Bucarest ahora tenemos una aplicación (24pay) que puedes usar para comprar tus entradas o suscripción diaria, semanal o mensual. Y ahora también hay buses eléctricos circulando. Y tenemos otra aplicación (STB.ro) para ver en tiempo real las rutas y ubicación del transporte.

En mi ciudad los micros no estaban siempre en buen estado, de hecho casi nunca. Un humo negro te sorprendía a veces. Otras veces los asientos rotos, pintados, o los asientos podían casi moverse. Algunas veces no había ventanas. O el piso estaba «limpiado» con aceite. No entraré en detalle con la calidad de las calles. Eso es para otro día.

Por mucho tiempo tuve mucha ansiedad de comprarme entradas para el transporte público. De no entender el sistema. De no entender las interacciones con otros pasajeros. De no entender el idioma cuando alguien me pregunta cosas.

Ahora me siento tranquilo. Incluso sin audífonos. Sin miedo, sin ansiedad. Solo me preocupa cuando suben adolescentes porque hacen mucho ruido y dicen cosas que no tienen sentido para mí.

Para terminar mi historia -por ahora- algo que es común en ambos casos es que cuando el conductor no maneja bien, en ambos países decimos que parece que transportara un saco de papas.