Año 9 en Rumanía

2–3 minutos

En un día como este (21 de septiembre), hace 9 años, llegué a Rumanía por primera vez. Me preguntó alguien anoche si fue fácil dejar Perú. Y entonces recordé despedirme de mamá en el aeropuerto. «No lo sé. Estaba muy emocionado. Sé que tuve varias despedidas entre familia y amigos. Realmente tenía mucha ilusión de un gran cambio.»

Me gusta planificar. Me encanta cuando las cosas salen de acuerdo a tal plan. Pero cuando no, me siento decepcionado e intento rápidamente reflexionar. Así siento que estoy programado.

La ilusión del cambio se fue muy rápido. Y desde entonces ha sido una serie de lecciones sin parar acerca de quién soy y a dónde voy. A veces tengo las mismas respuestas, pero más a menudo cambian.

Perdí muchas cosas este año. Y mis caminatas con Bubi y Coco (mis perritas) han sido momentos perfectos para darle espacio a mi mente. Lo he disfrutado muchísimo. Quisiera decir que este año es mi año de enfocarme en la salud mental, la mía quiero decir. Pero ese enfoque lo debo tener siempre.

He descubierto con agrado que no me gusta estar siempre rodeado de personas. Que aprecio la soledad. La compañía de unos pocos. Pero que también me gusta agregar rutinas que me recuerdan a personas especiales. Una ruta, un deporte, un color, una canción, un café, un plato, un producto de cuidado personal. Un pensamiento de bien.

A veces escribo notas mentales de cosas bonitas que pienso sobre alguien en mi familia. Una amiga. Un amigo. Y las envío esperando que sientan ese cariño.

Me han preguntado si pienso quedarme para siempre. Y he respondido que «para siempre» es un plan demasiado largo. La pandemia fue un gran recordatorio del poco control que tenemos en nuestras manos.

Rumanía es para mí es ese mismo recordatorio.

Desperté con muchas ganas de salir a caminar con mis pequeñas. Hemos sentido el vientecito frío y el solcito calentar al mismo tiempo. Hemos jugado. He tomado mi café. Pero también he lavado mi ropa, y he desinfectado la cocina. Es la vida de adulto.

Es un día especial. Y pensaré en todas las personas que conozco que han dejado su casa para buscar con esperanza algo mejor. O que han terminado una etapa de su vida. Pensaré en sus dificultades. Pensaré en sus sueños. Pensaré en sus superpoderes. Y desearé con todas mis fuerzas que sepan que no están solas.