Terminar el plato

2–3 minutos

Gracias. Es una palabra mágica y funciona. ¿Lo has intentado? Mirar a alguien a los ojos y decirle: gracias.

Largo. Ha sido un año muy largo. No me fue muy bien con las matemáticas en la escuela, pero quiero comparar su duración como si fueran esos 365 días elevados al cuadrado.

Alguien me preguntó hace unas semanas acerca de mis planes para la Navidad. «Una cena con mis amigos más cercanos», respondí. Entonces me preguntó si acaso tenía alguna tradición. Y así empieza esta historia.

Recuerdo que mi familia participó de programas sociales de la iglesia llevando regalos de Navidad a zonas poco privilegiadas a las afueras de la ciudad. De mi ciudad natal, Trujillo.

Año tras año íbamos a zona franca, el mercado mayorista. Comprábamos regalos para niñas y niños. Los forrábamos y luego salíamos a repartirlos a tales zonas.

Era divertido, se sentía bien. No sé si entonces entendía el significado de lo que hacíamos. Quizá no como lo entiendo ahora.

En algún momento nos dimos cuenta que queríamos tener también un árbol en casa y que queríamos mostrarnos aprecio en la familia regalándonos lo que fuera que nos permitiera el bolsillo. Una billetera, un anillo, unos aretes, un pantalón. Lo que sea que hubiéramos escuchado por ahí en casa que alguien deseaba recibir.

Al mudarme a Rumanía he dejado muchas cosas atrás. Las primeras llamadas a mi mamá por teléfono me causaban un ardor en el estómago que no sabía traducir. Probaba toda la comida y bebidas que me invitaban. Era lo que ella me había enseñado. A recibir bien y terminar el plato que me ponían en la mesa. Eso era agradecer.

El árbol, la decoración, o los regalos no me importaban. Pero hubo personas que se preocuparon de que no estuviera solo durante esos días. Esos días fríos de invierno de Europa del este.

Anoche pensé importante crear mi propia tradición. Después de visitar a unos vecinos, de comer, beber, darnos unos chocolates y reír un poco, pensé que era el momento. «¿Podemos hablar?», dije.

Mi propuesta fue que desde ese momento y en adelante tomaría la iniciativa de mirar hacia atrás y dar gracias. Por todo y por cada cosa. Pero principalmente por la presencia de estas personas cercanas que han hecho mis días mejores y más fáciles de llevar.

Gracias a ti, por leerme hoy. Por decirme que lo sientes. Por decirme que me quieres. Por decirme que me extrañas. Pero sobre todo, por ser y estar ahí.